lunes, 10 de diciembre de 2012

TDAH ¿ESTUDIANTES VAGOS O CON DIFICULTADES?

 

 

TDAH ¿ESTUDIANTES VAGOS O CON DIFICULTADES?

Muchas veces leo y oigo que hay que tener cuidado, porque se puede confundir a los niños con TDAH con niños que sólo son nerviosos, inquietos o, simplemente, vagos: ¡Os aseguro que no!. Cuando unos padres tienen un hijo o hija con TDAH saben que tienen un problema. No es que miremos a nuestros hijos con lupa, con el único fin de encontrarles algún tipo de "patología-excusa" para hacerles la vida más fácil y conseguir que los profesores les aprueben por la cara. ¡Ya nos gustaría que nuestros hijos destacaran en el colegio por sus buenas notas y por su comportamiento y que fueran capaces de estudiar solos!
Se dice que el Déficit de Atención e Hiperactividad se convierte en trastorno cuando afecta al niño de tal modo que repercute en la mayoría de los aspectos de su vida. Pero, no sólo trastorna la vida del niño o la niña, sino que, también, desbarajusta totalmente la vida de sus padres y hermanos. El día a día se convierte en una larga y empinada cuesta llena de pedruscos que se despeñan alrededor.
Tu hija llega a casa: sacas la agenda y te das cuenta de que viene en blanco. Te toca llamar a la amiga de turno para pedirle, por décima vez en esa semana que, por favor, te diga los deberes del día siguiente. Y aguantas sus comentarios:
- Tu hija no se entera de nada. Está todo el día "en las nubes”.
Tú sabes que tu hija lo intenta aunque, de pronto, está inmersa en las arenas movedizas de sus pensamientos de las que no puede salir. Cuando suena la campana, vuelve a la realidad: no ha apuntado los deberes y recoge lo que tiene a la vista, dejándose, la mayoría de las veces, el libro que necesita para preparar el examen del día siguiente, los cuadernos de los deberes y la agenda en la cajonera. Y cuando tu hija llega a casa, se da cuenta de que todo ese material tan necesario se ha quedado en el colegio y te mira, con expresión sorprendida y desesperada, esperando que tú le des una solución. Y, entonces, una vé que no lo ha hecho a propósito, que ella ha estado en un "agujero negro" y que no sabe lo que ha pasado.
Al revisar la agenda, observas que no hay deberes escritos, pero sí una nota negativa del profesor que te notifica que tu hija no ha hecho ninguno de los ejercicios que tenía que hacer en clase. ¡Pues claro que no! Porque tú sabes que tu hija no tiene la autonomía para iniciar una tarea, ni para continuarla hasta que consigue terminarla.
Entonces, respiras profundamente e intentas recopilar información de los amigos que te dicen que, además de la tarea de clase sin hacer, tiene otro número infinito de ejercicios para casa y no sabes por dónde empezar. Al día siguiente, también tiene un examen de matemáticas, con conceptos tan etéreos para ella, que no sabes cómo hacer para que los entienda y debe presentar un resumen de un libro de lengua que tenía que haber leído. La profesora tampoco comprende que leer le resulta sumamente complicado. Primero, porque no se concentra y sus pensamientos revolotean como mariposas por su cabeza y, segundo, porque tiene dificultades para retener lo que lee y poder comprenderlo, relacionando toda la información. Es como lo que te está pasando a ti en ese momento, aunque no tengas TDAH, que estás tan cansada leyendo que no te enteras y tienes que releer varias veces para entender de qué va.
Luego tienes que conseguir que tu hija mantenga la atención y comprenda lo que le estás explicándole y, además (y esto es lo más complicado) que se lo aprenda para el día siguiente. Y “la machacas”, haciéndole repetir una vez tras otra, la tercera declinación de latín o las obras de García Lorca, que hasta este instante te encantaban pero que, a partir de ese momento, irán siempre unidas a la sensación de impotencia y al sentimiento de frustración y dolor de tu hija.
Así habéis pasado seis horas, desde que llegasteis del colegio. Y eso que le diste de merendar en el coche. Son las diez y media: más de las tres cuartas partes de las tareas están sin terminar; no se sabe, ni medio bien, el examen del día siguiente ya que, cuando se lo has vuelto a preguntar, no se acordaba de nada y, por supuesto, tampoco lleva el resumen de lengua porque además, no es capaz de ordenar sus ideas para redactarlo.
Parece que el tiempo se te ha ido entre los dedos y no habéis avanzado casi nada. ¡Ya no dais pie con bola! Finalmente, cuando se va a la ducha, te quedas desesperada pensando lo mal que te has organizado esa día y lo mal que te ocupas de ella y de su hermana pequeña, a la que ni has visto en toda la tarde...
...Al día siguiente, los deberes tampoco estarán apuntados en la agenda, aunque sí que tendrás escritas las quejas de tres profesores diciéndote que tu hija no ha hecho nada en clase y que vive del cuento.
 
(http://mistdahfavoritas.blogspot.com.es/)

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